domingo, 15 de febrero de 2015

ACERCA DE LA CONFIANZA EN UNO/A MISMO/A

Pensé en reabrir este blog hará cosa de un año porque tenía la necesidad de soltar una mierda que se había instaurado en mi cabeza... pero luego me di cuenta de que, más allá de esa mierda no tenía mucho más que decir, así que ¿para qué malgastar el tiempo de nadie? El tuyo y el mío.

Ahora sí quiero hablar de esa mierda. El porqué vendrá hacia el final.

Cuando de pequeño jugaba al fútbol tuve un entrenador que recuerdo que no hacía más que repetir que tuviéramos confianza en todo lo que hacíamos. Yo jugaba por detrás de los delanteros y mi "función" era dar balones para que marcaran. Cada vez que fallaba uno de esos pases, me venía abajo y me pasaba 15 minutos jodido por ese fallo. 
Pero ese entrenador no dejaba de decirme: "tú confía en ti mismo y no dejes de dar pases. Aunque sean una mierda, más tarde o más temprano, uno irá donde tiene que ir. Y después, en lugar de uno, serán 20... y así hasta que te salgan todos".

La verdad es que con 14/15 años no entiendes la metáfora que se esconde detrás de semejante perogrullada pero ahora, con 34 años, las cosas tienen un sentido que antes era jodidamente difíciles de ver.

Después de esta "entradilla" a lo "Any Given Sunday", voy al grano de la mierda en cuestión:

Hace un año, llevaba como 50 ó 60 envíos a festivales de "Encontrados en NYC" y no con los resultados que yo esperaba. Había ciertas cosas que estaban pasando alrededor de la película que no quería entender y que me estaban martilleando por dentro.

El punto llegó con cierta crítica de un miembro de la industria que vio la peli en el Festival de San Sebastián y que... bueno, obvia decir por dónde fueron los tiros. A la postre, ésta sería la crítica que más me ha ayudado posiblemente en mi vida profesional.

La cuestión es que, como es normal, te hundes, te quemas y piensas: "soy un mierda que no valgo para esto". Pero será el espíritu de deportista competidor estúpido que llevo dentro porque sólo un día después quise tener otro partido para lavar la imagen que de mismo tenía en la cabeza.

Y escribí esto:

Una historia sobre las mentiras, los miedos y el dolor de las verdades. Y reconozco que lo escribí sin más aspiración que dejarla en un cajón. Tardé como dos meses en escribir una historia de dos personajes encerrados en una única localización.

No quería mostrársela a nadie porque seguía con la sensación de ser un mierda de esta profesión. 
Pero al final -y casi sin querer- acabó en manos de un compañero... y después de otro... y después de otro... 
Y nos reunimos unos cuantos.

Y hubo un momento en el que pensé: lo mismo existe la posibilidad de que...

Y llegamos hasta esto:

Todavía no hemos conseguido rodarla, pero sigo persiguiéndola
Y sigo porque he aprendido que mi confianza debe fluctuar: creo que debe llegar lo suficientemente bajo como para cuestionarme cada elemento del proyecto, y lo suficientemente alto como para pelear a muerte por él.

Sé de lo que soy capaz y de lo que no, pero lo mejor es que sé de lo que es capaz la gente que está conmigo en la pelea.

No persigo ocupar el asiento que un día ocupó Alejandro Amenábar o el que ahora ocupa Xavier Dolan. Ya no. La época de perseguir unicornios se está quedando atrás.

No soy ninguno niño prodigio, ni niño y mucho menos prodigio.

Pero sí soy MUY pesao cuando creo en algo. Y ahí es donde juega la confianza, en tirar para arriba y perseguir ese objetivo o en plantarse y buscar otro camino... y mientras queda camino, queda carretera.

Y a mi me queda "Prevenidos".

No hay comentarios:

Publicar un comentario